¿Qué implica la pertenencia del Papa Francisco al Club Rotary? Podría pensarse que la mera membresía conlleva la vinculación con la masonería y, si estuviéramos en los años veinte del siglo pasado, probablemente acertaríamos. Según fuentes próximas a la organización (1), por aquel entonces «ser rotario significaba ser masón», ya que los clubes aceptaron solo a masones desde su fundación y hasta los años 30. A partir de esta fecha la institución prohíbe esta práctica muy probablemente obligada por unas circunstancias históricas que aconsejaban extremar la discreción, toda vez que el ideario masón y su poder organizativo pasaron a estar en el punto de mira del nazismo y el fascismo emergentes en Europa. Palabras como «fraternidad» o «hermano» fueron borradas del vocabulario habitual de la institución y el rotarismo estableció una disciplina de diferenciación de la masonería, destacando su carácter de «club de servicio» frente a la naturaleza iniciática y esotérica de aquella.

En Italia, donde la masonería estaba prohibida, la llegada del Rotary despertó numerosas sospechas, que tras su apariencia inocua adivinaban la conspiración hiramista. En 1928 los periódicos L´Osservatore romano y Tribuna pusieron sobre la mesa la cuestión de si el Rotary era una emanación masona. La respuesta del entonces presidente de los clubes italianos no se hizo esperar y en febrero de 1928 Felice Seghezza envía una carta a Tribuna protestando por unas acusaciones que estimaba difamatorias, falsas e infundadas. El 16 del mismo mes, Tribuna escribe lo siguiente: «la sección italiana del Rotary puede sentirse perfectamente libre de masonería y plenamente de acuerdo con el Régimen; pero esto no significa que el Rotary en otros lugares no sea distinto. Y si lo es, y otros lo afirman, no podemos ni debemos dejar de ignorarlo» .

En la Carta pastoral colectiva sobre el Rotary Club, emitida por la iglesia española en 1929, encabezada por el entonces obispo de León y apoyada por autoridades eclesiásticas de toda la geografía española, se advierte a los fieles que la pertenencia a asociaciones de este tipo no es compatible con la creencia en la verdadera fe católica. Se señala al rotarismo y a otras organizaciones similares como las responsables del «desarrollo de ciertas instituciones de carácter neutro» entre los católicos españoles, cuyo efecto a largo plazo podría conllevar la disolución de la fe romana. Se acusa al rotarismo de promover el laicismo, de negar la realeza social de Jesucristo, pero sobre todo de difundir un diálogo interreligioso que oculta la construcción de una moral civil universal orientada a superar las diferencias religiosas con vistas a consolidar una paz mundial. Para esta facción más reaccionaria de la iglesia católica, tras la faceta filantrópica del rotarismo se ocultaría una institución masónica o vinculada directa o indirectamente con la masonería internacional.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *